lunes, 6 de marzo de 2017

Lo demás, ¡merde!

             

"No te conozco, pero vienes a buscarme. 
Un ejército de sombras en la noche de cuchillos. 
Se que vienes a buscarme, no me quieres dejar vivo. 
Y yo, ¿qué es lo que hice? Solo quise ser yo mismo" 

Noche de cuchillos (Amaral)


Siempre he admirado la capacidad de los tíos para resolver conflictos. Es ciencia ficción. Otro rollo. Una cosa de otro planeta.  No hay nada que más me fascine que ver a dos hombres diciéndose barbaridades y al minuto darse un abrazo y ser tan amigos. O darse tres empujones y pedirse perdón al momento, como si no hubiese pasado nada. Yo también quiero que me traten así. Un tirón de pelos y tan amigas. Sin envidias. Ni rencores. Ni maldad. Borrón y cuenta nueva. Como hacen ellos. 

Como soy observadora, disfruto mucho y aprendo mucho fijándome en cómo afrontan mis amigos más cercanos distintas situaciones de su vida cotidiana. Solo me falta tomar apuntes. Son capaces de no tomarse todo a la tremenda, de pasar completamente de personas y situaciones  que no les interesan y de ser prácticos a más no poder. No voy a decir que no se enfadan, porque se enfadan y mucho, pero tienen la capacidad para dejar los trapos sucios en un cajón y olvidar las cosas malas, al menos, entre ellos.  Tengo dos amigos que viven juntos, y creo que no ha habido una comida en la que yo estuviese presente en la que no hayan volado los puñales de un lado a otro de la mesa. Puñales ensangrentados. Yo a veces salgo de allí con dolor de cabeza. Sin embargo, son colegas por encima de todo. Lo demás, ¡merde! Me resulta difícil imaginarme esa escena entre mujeres. 

En su relación entre ellos son dignos de admirar. Y siempre lo van a ser. Ni envidias, ni rencores, ni maldad. Así da gusto. Afortunadamente, mi grupo de amigas y yo debemos de ser raras: ni nos criticamos, ni somos "amigas de salir", ni nos dejamos caer las unas a las otras. Pero, eso sí, entre nosotras y con todo el mundo. Porque hay gente que es muy buena amiga, pero muy poco persona...   

Debe ser que somos un poco chicotes, que sería el perfecto sinónimo contextual de pragmáticas. 

Lo demás, ¡merde!