miércoles, 4 de noviembre de 2015

Vivir sin aire


No sé ni cómo ni por qué pero siempre me he llevado mejor con los chicos que con las chicas. Desde cría. Dicen que amigos muchos, pero que mejores amigas (de verdad), pocas. Y la vida me ha enseñado que eso es así. 

Será que soy demasiado simple, demasiado sencilla, y que no me gusta complicarme la vida. Será que prefiero hablar de fútbol a hablar de cualquier reality show tipo Mujeres y Hombres, Gran Hermano, o Cámbiame. Será que hago caso omiso de lo que dicen los demás, y disfruto de los pequeños momentos siendo yo misma. Será que dejo a un lado los clichés y no persigo a grupos de machos alfa por las discotecas. Será, quizá, que no me dedico a fulminar con la mirada a "santos que no son de mi devoción" cuando pasan por mi lado.  Será que valoro el sentido del humor, y que sé arreglar todo alrededor de una jarra de cerveza. Bueno, en mi caso, un vaso de café con hielo con mucho azúcar (a tanto no llego). O..., ¿qué narices? Será que soy rarita. 

De lo que si que estoy completamente segura es de que a mi lado tengo y tendré siempre a los mejores amigos del mundo.  Lejos, cerca o aquí al lado. Los que son hermanos, los que estás empezando a conocer, y los que te quedan por descubrir. 

Esos que (muy puntuales) te escriben todas las madrugadas un whatsapp contándote los acontecimientos más reseñables de la noche. Esos con los que puedes compartir todo, incluso tus mayores secretos, porque sabes que no saldrán de ahí. 
Especialistas en crear planes improvisados, los buscas y siempre están dispuestos. Los que acompañan, traen, llevan, juegan. Los que te llaman, día sí día no, para hacerte bromas telefónicas. Los que conocen tus defectos y les dan cobijo. Los que por mucho tiempo que pases sin ver siempre tienen sus brazos abiertos para ti. 
Esos con los que estás como en casa. Los que te gritan aunque estén en la otra punta de la calle. Los que te sorprenden. Los que te encuentran y salvan. Los que te abren los ojos antes de que te abras la cabeza. Los que te dejan la sudadera. Los que te hacen brillar de verdad. Los que regresan a tu vida cuando más los necesitas. Los que te valoran más que nadie. Los que te alegran las mañanas con sus tonterías. O los que se cambian de carrera sin decírtelo, y te sorprenden un día en tu misma clase.  

Pero sobre todo, los que sin su presencia,... sería como vivir sin aire.  
Gracias, chicos.