viernes, 20 de junio de 2014

Mil palabras valen más que una imagen.


"Palabras, 

Que anuncian las despedidas anticipadas 

Que explotan en mil pedazos cuando se callan

Que suben por tu garganta entrecortadas

Que matan".


Palabras (Amaia Montero) 




Por fin, he conseguido lo que llevaba anhelando tantísimo tiempo. Por fin.

Miro atrás, y veo a una cría que prefería los micrófonos a los chupetes, y escribir en su diario a jugar a la "maquinita". Esa que se tragaba los telediarios de principio a fin con sólo 10 años, y que jugaba con su hermana a hacer programas de radio grabándolos en el radio cassette. La que en una tarde de lluvia convertía el salón en una redacción y empezaba a escribir un intento de periódico con una máquina de escribir.  La ayudante de la bibliotecaria en el cole, o la que ganaba los premios de narración. La que se podía tirar horas y horas entrevistando a sus abuelos con su cámara digital, o la que regalaba poesías por los cumpleaños...

Recuerdo con especial cariño aquellos "articulitos" que escribía en el Periódico de La Rioja en su sección "Escuela", cuando cursaba tercero y cuarto de primaria. Era la reportera intrépida de mi cole.  Incluso la Redacción de La Rioja me regaló un carnet en el que después de mi nombre, mi edad, y mi foto se podía leer "Reportera Escolar". Aquello me fascinaba, me volvía loca.  Me esmeraba muchísimo escribiendo las redacciones sobre las excursiones o las actividades culturales que hacíamos. Todos los miércoles salían publicadas a página completa, junto con fotos de toda la clase, de mis amigos y compañeros.

En sexto de primaria tuve la suerte de participar en un programa de Punto Radio La Rioja, junto con el director del colegio, sobre los "derechos del niño". Imaginad a una niña de 11 años con unos casos que le quedaban enormes, y con un micrófono enfrente, esperando las preguntas de la locutora. Estaba nerviosísima. Me temblaban las manos, y tenía la garganta seca, pero al final, logré salir airosa.

En secundaria, solía escribir "Cartas al Director", aunque durante aquellos años me dediqué más a mi misma, escribiendo cuentos, poesías, vivencias, que espero (por mi bien) que nunca salgan a la luz. Y a leer, a leer mucho.  La recompensa fue hace dos meses, cuando me publicaron un artículo en Tribuna. No me lo esperaba, nadie se lo esperaba.

Todo este mundo es mi verdadera pasión, y siempre lo he sabido, casi desde que nací. Estoy hecha para esto, no se hacer nada más, ni me gusta nada más. Mi misión en el mundo es informar, contar, investigar, escribir, preguntar, narrar, descubrir. Esta sociedad necesita buenos periodistas que informen desde la claridad, la transparencia, la tolerancia, y el rigor.   Voy a tener el lujo de estudiar aquello que más me gusta en el mundo en la mejor facultad de comunicación de España.

Porque mil palabras valen más que una imagen.

Gracias papá, gracias mamá.