jueves, 15 de mayo de 2014

Adiós, Sagasta.


Señores, señoras... 
Aquí comienza el principio del final. Tras dos años de duro trabajo y esfuerzo, ponemos fin a nuestro período como alumnos del Bachillerato Internacional. 

Nunca pensé que diría esto, pero voy a echar un poquito de menos el Sagasta, mejor dicho, muchísimo de menos. Hemos pasado demasiadas horas, demasiados días, demasiados momentos entre esas cuatro paredes. Allí he conocido a gente increíble, a amigos y amigas que hoy son una parte importantísima de mi vida, y lo serán siempre. 

El Sagasta tiene algo, un no se qué, que lo hace diferente al resto de institutos. Quizás sea su historia, la cantidad de alumnos que han pasado por sus aulas y la gran variedad de eventos que ha albergado. Es un instituto histórico, de eso no cabe duda.  Cada rincón, cada esquina, cada pequeño escondite, son mágicos. Desde el pasillo de los animales disecados hasta el Aula Magna. Desde la biblioteca al último piso dónde cuesta una barbaridad subir las empinadas escaleras, incluso sin llevar mochila. ¿Y los pasillos? Esos pasillos soleados con enormes ventanales, dónde da gusto sentarse en los recreos a tomar el sol en invierno.  

Se va a extrañar no ver al "dire" volar de un lado para otro, ese que comienza los lunes a primerísima con una energía que más quisiéramos nosotras, y que nos suelta una broma en los momentos de mayor tensión para tranquilizarnos. A nuestro queridísimo Gota que pone toda la carne en el asador incluso en las últimas horas cuando estamos insoportables, y que nunca, nunca, defrauda en sus exámenes. Cómo no, tengo que nombrar a Miss Valer,  la inconfundible y genial Miss Valer. Siempre escondida detrás de una enorme pila de libros y fotocopias para nosotros, mientras camina con decisión, al ritmo del resonar de sus tacones, en medio de un silencio sepulcral. Cómo ella dice, la vamos a echar de menos, lo que no se imagina es cuánto. También a Yolanda, una de las profesoras más ordenadas y metódicas que he tenido, que nos ha inculcado a todos el afán de conocer más a fondo el apasionante mundo del arte. Y que gracias a ella y a su incondicional dedicación y paciencia conmigo, hemos conseguido sacar adelante una monografía más o menos decente. A Gloria: la coordinadora, nuestra jefa, que nos da alas, y nos marca el camino que debemos seguir. Siempre pendiente de nosotros La que nos quiere más que nadie, pero eso sí, también nos echa la bronca más que nadie. A Óscar y su amado Don Juan Tenorio, un hombre apasionado de la literatura y de la ópera que nos transmite a la perfección cada uno de los matices y sentimientos del teatro, la poesía, y la novela en sus clases. A Nati, una mujer alegre y vital, siempre con una sonrisa de oreja a oreja en la cara al llegar al aula, (no sabe cuánto agradecemos eso los alumnos), y continuamente preocupada porque bordemos sus exámenes. Y por último, a Alberto, el rockero, profesor peculiar, divertido y buena persona dónde los haya, que hace que nos cuestionemos el sentido de la vida. 

Y que sí, que se os va a echar de menos, amigos.  Que os miro a los ojos, y veo la misma mirada que aquel primer día hace dos años, quizás un poco más cansada, pero con la misma fuerza y brillo . Y también nos veo lejos, estudiando lo que nos apasiona, y reuniéndonos cada poco para ponernos al día, y "arreglar el mundo". Veo a una ganando un goya como mejor directora de cine, a otra dirigiendo una de las empresas más importantes del país, otra en una clínica, sonriendo a los pacientes cómo sólo ella lo sabe hacer... ¿Y de mí? ¿Qué será de mi? Quién sabe... Soñar es un buen límite hacia arriba. 

Gracias a todos aquellos con los que hemos compartido experiencias maravillosas tanto fuera como dentro del centro, y gracias, mil gracias a los profesores por enseñarnos no sólo conocimientos, sino también a ser mejores personas durante estos intensos dos años.

¿Sabéis qué? Que nos vamos a tener que desacostumbrar a no entrar a primerísima.  Eso va a ser fácil. 
Lo único fácil. 

Hasta siempre.